ficción bíblica: Toldot
traducido del Inglés por Caro Cynovich
La crisis de Rebecca
Las palabras de la profecía resonaron en la cabeza de Rebecca. Ella había guardado esas misteriosas palabras en su corazón desde antes del nacimiento de los mellizos. No habían hecho nada para consolar su dolor, sino que sólo alimentaron su confusión y temor. Rebecca miró hacia la entrada de la tienda de Isaac con ansiedad, las palabras resonando en su mente:
“Dos pueblos hay en tu seno;
dos naciones desde tu interior estarán separadas;
una nación se fortalecerá más que la otra nación,
Y el mayor servirá al menor”
Rebecca no podía soportar la tensión mucho más tiempo. Esaú, su hijo mayor, se acercaba a la tienda de ciego Isaac, mientras que después de lo que pareció una eternidad, Jacob, joven, dulce Jacob, aún no había salido.
Se sentó discretamente y en silencio fuera de la tienda de Isaac. Esaú bruscamente abrió la puerta de la tienda y entró, pero todavía no se veía a Jacob. Rebecca contuvo la respiración ante la explosión inminente. Ella sabía cómo funcionaba el temperamento de Esaú. Esaú entendería inmediatamente que Jacob lo había suplantado, y la farsa habría terminado. Las bendiciones pueden de hecho convertirse en una maldición, tal vez incluso violenta, como Jacob había temido.
Entonces, desde el interior de la tapa de la carpa, Jacob salió inadvertidamente y en silencio, alejándose del área.
Gracias, Dios. Rebecca pensó con gran alivio. Jacob recibió la bendición que Isaac destinado a Esaú, sin ser descubierto.
La creciente agitación de Esaú se escuchó claramente desde el exterior. La confusión que emanaba de la tienda era palpable. Fue entonces que se escuchó un grito que podría retorcer huesos.
—¡¡Nooooooo!! —gimió Esaú.
¿Qué he hecho? Rebecca se preguntó.
No podía creer lo que oía. Su fuerte y contundente hijo Esaú comenzó a llorar con un amargo y profundo grito que le heló la sangre.
—No tienes más que una sola bendición, ¿padre? —Esaú rogó—: ¡Bendíceme también a mí, padre!
Lo siento, hijo mío. Rebecca se dijo a sí misma. No tenía otra opción. La profecía debe cumplirse. Tú realmente no es digno de ser el heredero de Isaac. “El mayor servirá al menor”.
Isaac le otorgó alguna bendición improvisada a Esaú. Esaú se fue de la tienda de su padre hecho una furia, con asesinato en su mente. La sangre abandonó el rostro de Rebecca cuando ella alcanzó a ver sus ojos.
Matará a mi Jacob. Le debo advertir. Tengo que hacer que Jacob se vaya lejos de aquí.
Hubo unos minutos de silencio en la tienda, mientras Isaac se ordenaba a sí mismo.
—Rebecca, esposa mía —Isaac llamó—. Sé que puedes oírme. Por favor entra.
Rebecca entró en la tienda con gracia y se arrodilló junto a su marido ciego.
—Sí , mi marido.
—Por favor, siéntate, mi querida.
—Gracias, Isaac.
—Rebecca, sé que tú has planeado este engaño. ¿Por qué no hablaste de esto conmigo? —Isaac preguntó con voz dolorida.
Rebecca estaba preparada para ese momento. Tengo que darle la noticia con cuidado. Isaac ama a Esaú. Él es ciego a la maldad de Esaú, a su ira y furia. Yo misma no sé de dónde viene.
—¿Hubieras escuchado mis palabras?
—Eres muy inteligente y de buen corazón. Tus palabras son siempre de gran valor.
Esa es la forma educada de decir que no. Yo tuve razón al haberlo engañado. Tengo que ir con cuidado. Debo proteger a Jacob para que él tenga el derecho de ser el primogénito. “El mayor servirá al menor”.
—Esaú no es tan inocente como te imaginas. Él no es digno de seguir sus tradiciones.
—Él es el mayor. Él es un hombre de mundo. El cumplimiento de la primogenitura requiere una cierta rugosidad, una buena capacidad de liderazgo. Esaú posee estos atributos – incluso más que yo, y más de Jacob.
Él no ve. No entiende. Él está justificando su amor ciego por Esaú. Debería haberlo entendido a esta altura.
—Aún así, mi amor, él puede ser cruel, incluso perverso —replicó Rebecca—. Ese no es nuestro camino. No es tu camino. No es lo que tu padre Abraham hubiera querido.
—Así que ahora, mi amor, ¿tú eres la intérprete de las tradiciones de mi padre? —Isaac preguntó con cierta incredulidad.
Debo intentar un ángulo diferente. Tengo que traerle pruebas y moverlo a la acción. No va a ser persuadido con acusaciones no verificadas.
—Mira a las esposas de Esaú – ¡son adoradoras de ídolos! Estoy disgustada con mi vida por causa de estas hijas de Het —Rebecca dijo con vehemencia—. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, hijas de esta tierra, ¿para qué voy a vivir?
Isaac se sorprendió de la ferocidad de Rebecca. Por tercera vez en un día, se encontró confundido y desorientado, sorprendido por cada encuentro, pero sintiendo una mayor revelación en cada uno. Él no respondió, pero se inclinó hacia delante, mirando pensativo la nada.
Isaac podía percibir que la mano de Dios había estado muy involucrada en los acontecimientos del día. Isaac siempre había supuesto que Esaú era la opción correcta, sin embargo, Dios claramente había intervenido. Jacob había mostrado un gran coraje y habilidad para hacerse pasar por Esaú.
Y la bendición continuó. Isaac sintió que la presencia divina aprobaba la bendición. Jacob había sido realmente bendecido. Tiene que haber cierta validez en la compra que hizo Jacob de la primogenitura de Esaú. Cuanto más Isaac pensaba en ello, más se daba cuenta de que Rebecca estaba en lo cierto. Por mucho que le doliera, se dio cuenta de Esaú no era el que heredaría sus tradiciones – sería Jacob. El mayor servirá al menor.
Rebecca miró los rasgos de Isaac. Su rostro parecía contorsionarse con las emociones de sus pensamientos. ¿Lo he empujado demasiado fuerte? ¿Cómo podemos superar esto?
Esaú era demasiado peligroso, pensó Isaac. Sin embargo, se mostraba con tanto respeto ante Isaac que era un placer tenerlo a su alrededor. Ese hijo confiado, fuerte y valiente había sido la esperanza de Isaac para el futuro. Pero eso no era lo que tenía que suceder. Dios lo había indicado.
Isaac le tendió la mano derecha a Rebecca. Instintivamente Rebecca puso su mano en la suya. Isaac le cubrió la mano con la mano izquierda y la acarició suavemente.
—Amor de mi vida —dijo Isaac en voz baja—, ¿por qué se ha llegado a esto? ¿Por qué debes manipular y hacer planes a mis espaldas? ¿Es que no hay confianza entre nosotros? ¿No hay más confianza en esta familia – en los descendientes de Abraham?
Pequeñas lágrimas comenzaron a rodar por el rostro de Rebecca.
Oh Isaac. ¡Te quiero tanto! ¿Cómo puedo explicar mi decepción? ¿Cómo puedo decirte acerca de la profecía secreta que he llevado durante tanto tiempo? ¿Cómo puedo mostrarte lo que te niegas a ver?
—A pesar de nuestras instrucciones y esfuerzos, Esaú ha tomado el mal camino —dijo Rebecca suavemente—. Me rompe el corazón verlo. Pero debemos recordar nuestra misión. No podemos abandonar al Dios de tu padre y la amabilidad y la bondad que él dirige. Jacob es el que va a seguir su camino. Las bendiciones que nos ha otorgado confirman eso. Ahora tenemos que asegurarnos de que se case bien por el bien de la próxima generación.
—No ha respondido a mi pregunta —Isaac dijo mientras limpiaba tiernamente las lágrimas que no podía ver desde la mejilla de Rebecca— ¿Crees que soy tan ciego que no conozco a mis propios hijos?
Terco. Terco. Él se centra en la farsa y no en lo que tenemos que hacer a continuación. Ha sido profundamente ofendido por el engaño.
—Lo siento —respondió Rebecca—. Yo no vi otra manera. Esaú siempre ha sido tu favorito. Yo no creía que iba a cambiar tus ideas con sólo mi sugiriéndotelo. No podía correr el riesgo de que el niño malo fuera a recibir tu bendición.
—¿Qué hay de la confianza? ¿Cómo puede haber amor, cómo puede haber matrimonio o una relación, sin confianza? —y ahora era Isaac quien derramó lágrimas.
Él está en tanto dolor. Por favor, Dios, ¡ayúdame! No sé qué más decir.
Isaac y Rebeca se sentaron en silencio, cada uno sosteniendo las manos del otro.
—Es la voluntad de Dios —anunció Isaac—. Tal vez mi ceguera no es sólo física. Este problema de los niños nos ha dividido durante algún tiempo. Nunca debimos haber elegido favoritos.
Sí. Ahora empiezas a entender.
—Le mostré demasiado afecto y comprensión a Esaú —continuó Isaac—. Los actos de los padres son una señal para los hijos. Parece que he repetido el error de otro.
Así como Abraham acepta y justifica la conducta de Ismael, tú has hecho la vista gorda al comportamiento de Esaú.
—Isaac, ambos hemos cometido errores —explicó Rebecca, con su mano todavía en la de él—. Vamos a aprender de ellos, pero no insistir en ellos. Por favor no dudes de mi compromiso, dedicación y amor por ti. Haré lo que sea necesario para cumplir con el trabajo de tu vida – incluso si esto significa engañarte o esconder cosas de ti.
Isaac la miró con sus ojos ciegos.
—Debe haber sido muy difícil para ti. Has sido muy fuerte y valiente para diseñar y llevar a cabo el engaño.
Gracias, Dios. ¡Él entiende!
Isaac y Rebeca se abrazaron y celebraron el uno al otro en silencio. Un abismo de muchos años finalmente había sido salvado.
—Vamos a llamar a Jacob —dijo Isaac—. Voy a volver a confirmar mis bendiciones hacia él, esta vez consciente de su verdadera identidad. Le voy a ordenar que encuentre esposas de tu familia y no hijas de esta tierra
¡Gracias, Dios! Gracias, Gracias. Gracias. Mi misión está cumplida y mi amor ha vuelto a mí.